Riaño Vive...en el polvo
Nos ha llegado esta interesante carta de uno de nuestros paisanos que a pesar de las circustancias supo sacar jugo a la situación que vivíamos esos días:
No todo lo que vivimos en esos fatídicos días fue desgracia y calamidad y os lo voy a contar sin peligrar a estas alturas, espero, mi relación conyugal.
Entre tanto sufrimiento ajeno y propio hubo algunas pequeñas cosas que alegraron los días y ayudaron a dejar a un lado, aunque fuera solo por un momento, tanta impotencia y frustración.
Uno de esos momentos lo recuerdo muy bien, sucedió una noche de Diciembre del año 1986 en la casa donde nos encontrábamos para subir al tejado al día siguiente.
Estábamos Agustín, Marta y yo en la cocina de la casa del Tio Pascualón, al calor de la lumbre pues en la Montaña de Riaño sin ella, hace 21 años, no se podía vivir. Agustín, uno de la cuadrilla de amigos (no agustin lasai) que nos dimos en llamar los pelagras del rio y Marta, una "mona" ecologista de convicción y de León, con una preciosa melena negra rizada.
La casa era como ya he comentado del abuelo de uno de los pelagras, Peio; y hacía un tiempo que el solo la habitaba. En el piso de arriba, en la habitación situada sobre la cocina, había una sola cama grande con un somier de maya que me imagino de alambres semioxidado y un colchón de lana de oveja de antes de la guerra. Sabe dios los años que llevaría la oveja muerta…pero era una cama como tantas en las casas del pueblo entonces, y a nadie criado en el sorprendía.
Pan y chorizo para cenar quiero recordar, y agua del grifo bien fría para mojar el gaznate. Comimos y bebimos, hablamos y reímos, hicimos el ganso lo que quisimos y así pasábamos el rato. Entre risa y risa, brasa y brasa, la noche se fue caldeando y entre tanto, mis ojos en los ojos de ella se fueron clavando... y así los ojos, al final, de ser cuatro, fueron dos. Nos dieron las tantas de la madrugada, y pensé que ya era hora de ir pa’ la cama. Sin esperar mucho más, salí de la cálida cocina al helado portal y subí las frías y solitarias escaleras para verme metido de un salto en aquel profundo nido entre mantas de sayal. Mi situación no podía ser otra que en el centro del catre pues la gravedad se impone. A decir verdad, en esas camas no había extremos, primaba el centro. Pasó un poco de tiempo y sentí el calor del cuerpo de Marta deslizándose por la cama cerca, muy cerca, hasta caer cuesta-cama abajo a encontrarse con el mío.
Que puedo deciros, esa noche el polvo reinante en la habitación nos dejó casi sin respiración.
Agustín también vino a la cama poco después. Estaba a mi derecha y aun recuerdo sus codazos y sus malas palabras.
La mañana siguiente amaneció soleada y tumbados sobre el mismo colchón, los tres, para celebrar la Navidad..., desayunamos en el tejado.
Feliz Navidad a todos, amigos.
--
24 navidades después, en el día siguente a esta de 2010, se ha publicado en la revista dominical del Diario de León un reportaje de cuatro páginas firmado por el periodista Luis Urdiales que nos ha emocionado, además de llenarnos de satisfaccion por el reconocimiento al trabajo realizado estos años. Su titular: En el nombre de los hijos
También viene a cuento decir aquí, que Yordas (Bilbao) ha publicado el día 28 Dic. en DL esta carta: Riaño. Nochevieja del 86
No todo lo que vivimos en esos fatídicos días fue desgracia y calamidad y os lo voy a contar sin peligrar a estas alturas, espero, mi relación conyugal.
Entre tanto sufrimiento ajeno y propio hubo algunas pequeñas cosas que alegraron los días y ayudaron a dejar a un lado, aunque fuera solo por un momento, tanta impotencia y frustración.
Uno de esos momentos lo recuerdo muy bien, sucedió una noche de Diciembre del año 1986 en la casa donde nos encontrábamos para subir al tejado al día siguiente.
Estábamos Agustín, Marta y yo en la cocina de la casa del Tio Pascualón, al calor de la lumbre pues en la Montaña de Riaño sin ella, hace 21 años, no se podía vivir. Agustín, uno de la cuadrilla de amigos (no agustin lasai) que nos dimos en llamar los pelagras del rio y Marta, una "mona" ecologista de convicción y de León, con una preciosa melena negra rizada.
La casa era como ya he comentado del abuelo de uno de los pelagras, Peio; y hacía un tiempo que el solo la habitaba. En el piso de arriba, en la habitación situada sobre la cocina, había una sola cama grande con un somier de maya que me imagino de alambres semioxidado y un colchón de lana de oveja de antes de la guerra. Sabe dios los años que llevaría la oveja muerta…pero era una cama como tantas en las casas del pueblo entonces, y a nadie criado en el sorprendía.
Pan y chorizo para cenar quiero recordar, y agua del grifo bien fría para mojar el gaznate. Comimos y bebimos, hablamos y reímos, hicimos el ganso lo que quisimos y así pasábamos el rato. Entre risa y risa, brasa y brasa, la noche se fue caldeando y entre tanto, mis ojos en los ojos de ella se fueron clavando... y así los ojos, al final, de ser cuatro, fueron dos. Nos dieron las tantas de la madrugada, y pensé que ya era hora de ir pa’ la cama. Sin esperar mucho más, salí de la cálida cocina al helado portal y subí las frías y solitarias escaleras para verme metido de un salto en aquel profundo nido entre mantas de sayal. Mi situación no podía ser otra que en el centro del catre pues la gravedad se impone. A decir verdad, en esas camas no había extremos, primaba el centro. Pasó un poco de tiempo y sentí el calor del cuerpo de Marta deslizándose por la cama cerca, muy cerca, hasta caer cuesta-cama abajo a encontrarse con el mío.
Que puedo deciros, esa noche el polvo reinante en la habitación nos dejó casi sin respiración.
Agustín también vino a la cama poco después. Estaba a mi derecha y aun recuerdo sus codazos y sus malas palabras.
La mañana siguiente amaneció soleada y tumbados sobre el mismo colchón, los tres, para celebrar la Navidad..., desayunamos en el tejado.
Feliz Navidad a todos, amigos.
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24 navidades después, en el día siguente a esta de 2010, se ha publicado en la revista dominical del Diario de León un reportaje de cuatro páginas firmado por el periodista Luis Urdiales que nos ha emocionado, además de llenarnos de satisfaccion por el reconocimiento al trabajo realizado estos años. Su titular: En el nombre de los hijos
También viene a cuento decir aquí, que Yordas (Bilbao) ha publicado el día 28 Dic. en DL esta carta: Riaño. Nochevieja del 86
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