...en Tablanca
Edición de la obra de J.M. Pereda titulada, "Peñas arriba" |
Como amantes somos de los buenos consejos relacionados con la tierra que nos vio nacer, hacemos aquí nuestro particular y pequeño homenaje a
la obra literaria realizada por el cántabro, José María de Pereda hace unos 120 años y
titulada “Peñas arriba”.
La narración exhaustiva de una historia situada en el mundo rural de entonces, en un pequeño pueblo de la Montaña Cántabra llamado por él autor, “Tablanca”. La Montaña y su mito, junto con sus gentes, en un tono bucólico; donde las costumbres y la tradición y el respeto hacia ellas, son el hilo conductor y que a todos les une. Es esta obra una manifestación en contra de la insensibilidad y la abulia ciudadanas de eruditos sabedores, que por eruditos, se convierten en estúpidos personajes, víctimas de su propia arrogancia en la ignorancia profunda de lo que les rodea. Es en sí esta obra una lanza en defensa de la gente de los pueblos y de su “sabia ignorancia”.
La narración exhaustiva de una historia situada en el mundo rural de entonces, en un pequeño pueblo de la Montaña Cántabra llamado por él autor, “Tablanca”. La Montaña y su mito, junto con sus gentes, en un tono bucólico; donde las costumbres y la tradición y el respeto hacia ellas, son el hilo conductor y que a todos les une. Es esta obra una manifestación en contra de la insensibilidad y la abulia ciudadanas de eruditos sabedores, que por eruditos, se convierten en estúpidos personajes, víctimas de su propia arrogancia en la ignorancia profunda de lo que les rodea. Es en sí esta obra una lanza en defensa de la gente de los pueblos y de su “sabia ignorancia”.
Queremos mostrar algunos pases del libro por su
clarificadora intención en el contexto de finales del siglo XIX donde ya
estaban creciendo las semillas del futuro que hoy conocemos y que podemos muy
bien llamar: “la apisonadora del Estado”.
El Sr. De la
Torre de Provedaño dice al visitante de su casa y hacienda en el campo:
“…Yo le diría al Estado desde aquí: Tómate en el
concepto que más te plazca, lo que en buena y estricta justicia te debemos de
nuestra pobreza para levantar las cargas comunes de la patria; pero déjanos los
demás para hacer de ello lo que mejor nos parezca; déjanos nuestros bienes
comunales, nuestras sabias ordenanzas, nuestros tradicionales y libres
concejos, en fin;(y diciéndolo a la moda del día) nuestra autonomía municipal,
y Cristo con todos”.
“Que las leyes se deriven de la Naturaleza de las
cosas mismas. Que las leyes se acomoden a los pueblos, no los pueblos a las
leyes de otra parte porque en ella den buenos frutos”
El “médiquillo”
del pueblo, en conversación con el ilustre personaje venido desde Madrid al
pueblo de Tablanca…:
“Quien haya tenido la desgracia de nacer y vivir entre
calles urbanizadas y vecinos temporeros sin otros horizontes a la vista que las
bocas extremas de la calle, ni otros cielo que la menguada tira de él,
columbrada por la rendija de los contrapuestos aleros de ambas aceras, y se
sienta arrastrado por las seducciones de la vida mundana, por la fiebre de la
política, o fiebre de la Bolsa, o por el hechizo de los salones y espectáculos;
quien viva, en suma, obligado por el gusto o la necesidad, aclimatado a los
ruidos de la muchedumbres y al estruendo de las máquinas, y, como reñido con el
sol… No sabrá nunca, no penetrará jamás, lo que hablan, lo que dicen, lo que
enseñan; la fuerza, el poder atractivo y vivificante que poseen esos mil
componentes de la vida regional gozada al aire libre y de padres a hijos…”
“¿Por qué ha de ser el hombre de los campos el que se
eleve hasta el hombre de la ciudad y no el hombre de la ciudad el que descienda
con su entendimiento, más luminoso hasta el hombre de los campos para
entenderse mejor?”
Vicente y Cris, dos paisanos del pueblo de Riaño. ...una mañana de domingo, conversando. Os recordamos. |
El sentimiento positivo y llamado en su época “regeneracionista” que
Pereda manifiestó en 1897, es aplicable a nuestros días con sus propias
palabras e ideas, tal como el las plantea en su obra:
Encontrar ese equilibrio es el objetivo, no lleno de
dificultades. Según él, el cuerpo social, gastada su sensibilidad con tantos y
continuos sucesos acontecidos en tan poco espacio de tiempo, no se conmueve con
nada. La fe en lo divino y el sentimiento de lo más noble en lo humano, van
relegándose al montón de las cosas inútiles, cuando no perjudiciales. No es
posible ya ni siquiera de buen gusto sentir entusiasmo por nada.
Verdadera agonía del espíritu social. De eso adolecen los tiempos actuales y
por ahí venia la muerte del cuerpo colectivo. Le corroe la gangrena por los grandes centros de su organismo
atiborrado: por la ciudad, la academia, la política, la bolsa… Torrente circulatorio
de las insaciables ambiciones del hombre culto. Pero por misericordia de Dios
quedan sanas aun las extremidades que son las aldeas montaraces y sus bienes
comunales que con mucho tiempo y paciencia podrían purificarse y reconstruir la
parte corrompida de los centros. Y es trabajo bien honroso y entretenido el que
procuran la conservación y hasta el fomento de esto que me he atrevido a llamar
Tesoro a riesgo de que ustedes se rían
de ello y de mis candorosos idealismos.
La gran obra en sí, consiste en la unificación de
miras y voluntades para el bien común.
Riaño Vive.
Plataforma
por la Recuperación del Valle de
Riaño
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