Vive si...

Riaño Vive dentro de los que hemos vivido en él,
Anciles, Burón, Éscaro, Huelde, La Puerta, Pedrosa, Riaño, Salio...
nada nos ha llenado tanto como su todo,
debemos recuperarlo aunque solo sea un poco,
y no habrá futuro para nosotros y nuestros hijos más gratificante,
que volver a vivir en él, sin que sea un sueño.
Riaño, hace 23 años "muerto", Riaño asesinado,
y los hombres lo mataron, con sus envidias y engaños, y ahora,
después de estos años, hay quién lo quiere olvidar pero,
por mucho que se quiera, si has vivido ahí, en un lugar así,
Riaño no se olvida jamás, y más,
si ahora lo ves, hundido en la miseria, de querer ser,
lo que fue siempre, ignorando lo que fue.
.......................................que las aguas vuelvan a su cauce.

lunes, 20 de octubre de 2014

...el bosque herido

Hormas, un santuario de nuestro pasado, presente; y queremos para el  futuro.


Los “desmanes” de Hormas. (1ª parte)

Hormas, un bosque único. Un bosque con alma. Una joya ecológica de la Cordillera Cantábrica, herido de muerte por sus mismos legítimos e históricos propietarios,  el pueblo de Riaño(León).

Sentimos tener que comenzar así este pequeño relato cuando se trata de nuestra tierra y nuestras gentes.
Se llamaba Desmán Ibérico (Galemys pyrenaicus) una especie que ya hace tiempo que no vemos por nuestros ríos.
Llega el otoño y de todos es sabido que en las aguas del rio de Hormas tampoco  hay desmanes, pero entre las hayas y viejos robles centenarios de su bosque, sí. Los podemos encontrar a simple vista adentrándonos en el monte en un breve paseo, al toparnos con  montones de troncos y  ramas dispersas tiradas entre la vegetación superviviente. Todo, en medio de un caos de roderas de tractor y huellas de arrastres que resquebrajan el suelo y todo salpicado de serrín como si de su propia sangre derramada se tratara. Un escenario desagradable de destrucción en medio de tanta vida. Algo que parece el día después en un campo de batalla.

Huellas de los arrastres continuos desde las laderas de "Mostablao" al Valle.
Durante mucho tiempo el monte respiraba aceptablemente tranquilo y por regla general, solo los ¡tac! ¡tac! de las hachas importunaban su silencio vital. Desde la llegada del diabólico artefacto de la motosierra a manos con pocos escrúpulos, los grandes “desmanes” del monte comenzaron su avance dejando sus primeras “huellas”. El sistema de “a tiro hecho” es decir, sin contemplaciones; hacía estragos en nuestra montaña dejando sus heridas claras en medio del bosque. Es obligado recordar las talas sufridas por el bosque de Tendeña a finales de los años 80, y ya que estamos aquí, mencionar la enorme brecha abierta en su majada a manos de los bulldocers  de “medio ambiente” que venían haciendo lo mismo a través de todo el precioso bosque de San Pelayo. Una fea herida en la majada de Tendeña que se ve desde toda la Montaña. También hubo desmán en el monte de Las Biescas, en la década de los 90.
Llatas de roble en "Los Casares" a la espera de ser transportados.
Hayas y robles hechos leña en la "Collada de La Salsa". 
Un lugar especial como este, que ya no es como lo hemos conocido durante muchos años.
Un triste panorama, que la vieja cultura de conservación de nuestros mayores, heredada durante generaciones a golpe de orden de Concejo, no ha conseguido frenar. Muy al contrario, es una dinámica que continua. Una ruptura con el pasado y sus buenas costumbres, creemos sin miedo a equivocarnos, provocada en gran medida por la ruina moral que padece  la montaña desde que fue sentenciada y anegada, bajo las aguas de un inmundo pantano. Y ya van  5 décadas.
Adentrados en el siglo XXI, lo que nos queda de esa valiosa herencia recibida gracias al rigor, trabajo  y buen gobierno de nuestros abuelos en los antiguos Concejos, está siendo tratada hoy por sus hijos y nietos, como si de mera mercancía barata se tratara. Parece que nada importa ya, y menos la molestia de realizar la conservación de nuestros bosques con el  esmero debido, si hay calor en nuestro hogar y suertes a 200€ para quien lo atropa. Al parecer, camiones de leña de Hormas circulan por la carretera saliendo del pueblo hacia no se sabe dónde, sin que nadie sepa en ese momento lo que llevan dentro… Lejos, muy lejos parece que estamos de ser honestos, si así nos respetamos.
El bosque de Hormas en concreto, es todavía hoy a duras penas, además de un tesoro para nosotros, sus legítimos propietarios, un santuario de la Naturaleza Cantábrica, y no debería recibir en sus entrañas, ni una sola tala más. Muy al contrario, deberíamos aprovechar todo lo que él nos brinda sin necesidad de hacerle daño. Es nuestro mejor patrimonio, y no olvidemos que es de todos; además de ser un lugar mágico donde poder perderse para encontrarse a uno mismo, …un poco más tarde. Un valioso recurso que tenemos la obligación de cuidar como se merece si no queremos perderlo para siempre; un hecho este, que como riañés pienso, ninguno de mis paisanos aceptaría de buen grado por lo que este lugar significa para todos. Es Hormas un refugio de nuestro espíritu y el lugar donde somos desde que no tenemos pueblo. Hoy de nuevo, incomprensiblemente, sufre los abusos inconscientes de todos, e indiscriminados por interesados, de algunos.
Las motosierras deben dejar de ensordecer el cielo de Hormas como lo hacen, y responsables, ser responsables de ello, empezando por uno mismo. No podemos permitirnos este error.
Silencio, por favor.

Riaño Vive.
Plataforma por la Recuperación del Valle de Riaño

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