Riaño vive...en Míguel

Miguel Valladares, un hijo del pueblo de La Puerta(Comarca de Riaño) que hace 21 años, 10 meses y 24 días estuvo en la desigual lucha por Riaño. 
En las primeras Jornadas del Caldero del domingo 24 de Mayo de 2009, Míguel, como así se le conoce  entre su gente, ha expresado como pocos, el sentir de muchos; de muchos de nosotros que somos hijos de los viejos pueblos demolidos de la montaña: Anciles, Burón, La Puerta, Escaro, Huelde, Pedrosa, Salio y Riaño... y también del resto de pueblos de la comarca que han tenido que sobrevivir pagando el peaje de tener vivir por encima y por debajo de un valle con su río embalsado.
Míguel, como les sucede a muchos de nosotros en los valles de Riaño y del resto de la Montaña leonesa, no quiere mucho a León, por mucho viejo reino que haya sido. Pues, de las insaciables bocas de "nuestros paisanos" río abajo, salieron las voces (engañadas o no, interesadas) que gritaron bien alto, pidiendo la muerte de la montaña en pos de su "progreso". Un progreso, que aun no les ha llegado después de 45 años de grandes proyectos para sus tierras. Esto es algo que todos los que nos criamos a la orilla del río, en nuestra querida y sacrificada montaña; sin esfuerzo recordamos y recordaremos siempre... y es algo que sigue haciendo brotar de muy adentro, RABIA e indignación...y pasando el tiempo, indiferencia..., o mejor dicho, desapego…y también odio contenido. 
A pesar de todas la buenas intenciones que se tengan, es difícil pregonar León como identidad en un lugar donde "las garras del felino" han hecho tan profunda herida; manipuladas o no. Pero también es verdad, que de las garras del León vendrán como han venido, nuestras mayores ayudas y más comprometidas.
A veces pensamos, que el proyecto del sentido común de RECUPERAR EL VALLE DE RIAÑO, no teníamos ni que pedirlo; pero, en este mundo de grandes valores humanos, reina la miseria del poderoso caballero, haciendo que lo verdaderamente importante parezca ser, más el peinado de Victoria Beckam que cualquier otra cosa. Por eso, alejándonos de este espejismo, seguiremos haciendo caso de nuestro instinto. Con esta ilusión trabajamos amigos. Por un mundo para los niños, para nosotros.
Entre todos, algún día de estos... 
Gracias Míguel.