Riaño Vive...en Xabel
No es Xabel, es un indio Apache. |
Un indio apache cautivo de los conquistadores españoles que fue uno de los primeros defensores de la dignidad india en Norte América, de nombre conocido, Xabel. Luchó con su vida contra los abusos de los avaros y despiadados invasores, los mencionados españoles.
A principios de marzo de 1536 una partida de soldados se hallaba en el valle del río Sinaola (Norte de México) para apresar indios con el fin de venderlos como esclavos. De repente en el camino, delante de ellos apareció un grupo compuesto por 11 indios, un negro y un hombre blanco que por su manera de vestir parecía un indígena. Les informó que detrás venían también dos hombres blancos con indios y mientras les escuchaban los soldados notaron su dificultad para hablar castellano. Luego se supo que esto era debido a las circunstancias del fantástico periplo vivido por estos hombres; a los muchos años que llevaban aislados del mundo europeo viviendo con las tribus indias. Resultaban no muy diferentes de los indios en vestimenta y apariencia. Los soldados quedaron perplejos por el gran afecto que los acompañantes indígenas profesaban a aquellos individuos que, por cierto, no permitieron que los soldados molestaran a ninguno de los nativos del séquito.
La identidad de los extraños que venían del norte, causo sensación en Nueva España (Mexico), pues resultaron ser los únicos supervivientes de la expedición de Pánfilo de Narváez a Florida en 1528.Entre ellos se encontraba Cabeza de Vaca. Pocos meses después fueron recibidos por el virrey y por el Capitán General Hernán Cortés. Cabeza de Vaca trajo las primeras noticias de las tierras del norte de México junto con extraordinarios relatos de regiones que nadie había llegado a ver. Su experiencia no tardó en tener consecuencias de largo alcance para España y los indios de Norteamérica.
Pocos años después, en 1940, el virrey Antonio Mendoza con el falso objetivo anunciado de la evangelización, encarga al ejército de Vázquez de Coronado con 230 soldados montados y 62 de infantería, la expedición hacia las tierras del norte en busca realmente de lo que los españoles llamaban “las siete ciudades de Cíbola”, una leyenda sobre pueblos llenos de oro y piedras preciosas. Un “nuevo México”.
Entre sus oficiales se encontraba como portaestandarte de la expedición, Pedro de Tovar, que creemos, es nieto de Constanza Enríquez Sra. de Tierra de la Reina.
Partieron entre tambores y cornetas un domingo 22 de febrero de 1540. Después de muchas jornadas de dura y penosa caminata atravesando barrancos y el desierto de Sonora, llegaron a finales de mayo al actual estado de Arizona al lugar denominado por los indios nómadas de la zona “Chichiticale”. Desde aquí cruzaron no sin dificultad unas montañas boscosas hasta llegar la vanguardia ante las murallas de Hawikuh de los Zuñis, en julio de 1940. En el encuentro los zuñis que ya esperaban al grupo de soldados, indicaron a estos que no atravesaran una línea que les habían marcado en su camino con su maíz sagrado. Al final hubo una carga de los jinetes a la voz de “Santiago y a ellos”. El encontronazo fue breve y varios zuñis murieron. Los españoles sufrieron algún herido y el poblado huyó a las montañas.
Gran desilusión, Hawikuh no contenía oro ni piedra preciosa alguna. A partir de aquí, el pequeño ejército se dividió en varias expediciones en su búsqueda de Cíbola. Un de ellas, comandada por Pedro de Tovar se dirigió al país de los hopis donde a su llegada sucedió en principio algo similar a lo vivido con los zuñis pero estos en esta ocasión, cambiaron su actitud hostil ofreciéndoles obsequios. Los hopis les informaron sobre la existencia de un gran río y Coronado envió una expedición. Este río resulto ser el Gran Cañón del Colorado. Sin hostilidades, los españoles guiados por los indios conocieron ciudades de los “indios pueblo” como Acoma, una ciudad encaramada sobre una “mesa” a 110 m. sobre la llanura a la que se llegaba por más de 300 escalones cavados en la roca.
El oficial Alvarado, visito el pueblo tewa del Valle del Río Grande y quedó tan impresionado por los amplios campos de maíz, frijoles,..que Coronado decidió instalar allí todo su ejército. Lo llamaron Tiguex
El capitán López de Cárdenas decidió obligar a los moradores a evacuar su pueblo para que los soldados tuviesen viviendas para pasar el invierno. No contentos, les obligaron a entregar sus víveres, mantas, y hasta las ropas que llevaban puestas. Los nativos reaccionaron y mataron algunos caballos y hostigaron como pudieron a los invasores. Los hombres de Cárdenas atacaron el pueblo tewa de Arenal arrasándolo por completo. Allí, más de 30 tewas fueron capturados y quemados vivos en la hoguera. Los indios se retiraron a uno de los pueblos donde fueron sitiados mientras eran arrasados el resto de los pueblos. Al final de invierno, doce poblados indios fueron destruidos y más de 200 nativos murieron además de 10 españoles.
En Tiguex fue donde Coronado hoyo hablar a los -apaches de las llanuras- de un mito que le tentó, “la fábula de Quivira”, una ciudad de oro puro. Un cautivo llamado Xabel, sabía donde se hallaba la mítica ciudad y el sería su guía. Les llevó por interminables praderas llenas de “vacas salvajes” (bisontes). Caminaron dando vueltas y vueltas conociendo diferentes tribus nómadas que a los españoles impresionaron por su forma de vida pero de la ciudad del oro, nadie sabia nada. Viendo Coronado al final que había sido engañado, mandó agarrotar a Xabel por su traición.
Desanimados, los españoles regresaron a Tiguex y poco despues, hostigados por los indios, abandonaron la empresa regresando a México en el verano de 1542.
¡Ahoo Xabel!
RIAÑO VIVEDesanimados, los españoles regresaron a Tiguex y poco despues, hostigados por los indios, abandonaron la empresa regresando a México en el verano de 1542.
¡Ahoo Xabel!
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Fotografía: Gobernor Zuñi de Edward S. Curtis
Origen Relato: DEFENSORES DE LA MADRE TIERRA de Edward K. Flagler
Una gran metáfora, ¿dónde está el oro de Riaño? se irán. Jau. Ramiro
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